Lo dijo Benigni:

"No hay nada más necesario que lo superfluo".

domingo, 28 de octubre de 2012


Te abracé y la niebla perdió su nombre.
Crucé tu espalda y se abrieron las jaulas.
Entonces me hablaste, rozaste mi vida y se borraron los cuervos.
Cuando escuché tu nombre se tacharon las espadas.


A veces me dan ganas de decirte barbaridades como te quiero desde hace cinco vidas.

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