Algunas noches, me aletargo en un interminable insomnio, y me pongo a repasar las luces y las sombras de un itinerario que yo no programé pero que alguien, vaya a saber si Dios o un azar insolente, programó para mí. Durante una hora o dos respiro ese desconsuelo, hasta que al fin me duermo como último recurso.
El porvenir de mi pasado, Mario Benedetti.